Una cosa buena tiene estar medio parada: nuestro tiempo nos pertenece. Ahora mismo sólo puedo permitirme escribir este par de líneas porque muerdo un trozo de pizza mientras escribo. Finjo que ceno a la vez que finjo que tecleo, aunque en realidad creo que estoy dormida y sueño que puedo permitirme el lujo de estirarme en el sofá y ver una película o salir a la calle y correr hasta que los músculos de los jarretes palpiten por el esfuerzo. Estoy anquilosada. Me muevo y los huesos crujen como si fueran ramas que se pisan. Ya queda menos para que vuelva a ser dueña de mi propio tiempo.
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