Dice Guille que soy una de las personas más solitarias que conoce. No creo que sea verdad. Su presencia se ha convertido en algo imprescindible. Necesito que esté a mi lado, incluso cuando duerme (me encanta mirarlo), o cuando vemos una de esas series raras que le gustan a él (de polis o gangsters), necesito tener la cabeza apoyada en su bicep. El ejercicio y arrastrar la estación total por el campo se lo ha desarrollado como si fuera un atleta. Me gusta sentir sobre la mejilla la dureza de su carne, a pesar del calor. Aunque puede que en parte tenga razón: desde la muerte de Nacho soy más antisocial. A los amigos hay que cuidarlos y yo soy muy egoísta con mi tiempo. Me sobra con él: es mi marido, mi amante, mi amigo, mi hermano, mi padre. Vivir con él significa ser feliz sin esfuerzo. Nunca discute, todo lo razona, todo lo perdona. A veces me gustaría que pidiera algo difícil de conceder para demostrarle que él es muy importante para mí.
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