miércoles, 28 de diciembre de 2011

Fanfarria

Guille me aconsejó que viera alguna película antigua que me hubiera gustado mucho y que tuviera en la memoria con cariño, después de quejarme por enésima vez de que la Navidad no se parecía ni remotamente a la que yo recordaba de la infancia, cuando estábamos deseando poner la TV porque siempre había algún estreno interesante. Me acordé de la saga de Indiana Jones. Me gustaba mucho. Mis hermanos me solían llevar al cine cuando las ponían. Casi siempre en el cine de verano. Me entusiasmaba la música y las historias las recordaba como trepidantes y divertidas.


Decepción. La historia no me pareció muy diferente a un juego para ordenador de primera o segunda generación, ni siquiera interactivo. Una sucesión de obstáculos que el protagonista debe salvar (poca emoción, nada de ternura en la historia de amor, algo de humor) y la música me pareció exactamente lo que es: fanfarria. 

Las comparo con algunas películas algo posteriores, pero no mucho, teniendo en cuenta la vida histórica del cine, y me parece que ha envejecido muy mal (o puede que sea únicamente problema de mi percepción y unos recuerdos distorsionados). La música, por ejemplo, la comparo con la de Eric Serra en las películas de Luc Beson 




Y la historia, incluso me parece mejor las de las películas de acción coreanas (cumbre del friki cine).




lunes, 26 de diciembre de 2011

Atrapadas en el tiempo

Hoy estábamos hablando por el msn mi familia (hermanos y madre) y yo y ha tocado ponernos melancólicos y recordar cosas que han quedado atrapadas en el tiempo y casi en el olvido. 

Mi hermano mayor se ha acordado de los petardos caseros que hacíamos con pastillas de clorato de potasio y azufre: se echaba un poquito de azufre en un papel fino de estraza, se le añadía una o dos pastillas de clorato de potasio, se hacía una pelotilla el papel y se tiraba contra el suelo con muy mala leche. En una ocasión mezclaron tanto azufre y tantas pastillas (tuvieron que subirse al tejado de la cantina para hacerlo explotar) que el estruendo mantuvo en alerta a todo el Destacamento durante una hora. Hasta que mi hermano mayor se "entregó"; aunque él no había participado en esta ocasión en la "broma pesada". Pero era quien había enseñado a mis otros dos hermanos a hacer los petardos caseros y se sentía culpable. Lo tuvieron encerrado en el calabozo durante dos horas, tiempo que utilizó en dibujar un comic pornográfico en las paredes. Tuvo que pintarlo.

__________________

Mi madre se acordaba de la brillantina. Un acondicionador de pelo que venía en tubo y era transparente y pringoso. Dice que era como echarse aceite en el pelo. En una de las primeras citas que tuvo con mi padre, después de que él le acariciara el pelo durante un rato, fueron a tomar algo a un bar. Mi padre siempre pedía zumo de tomate por aquella época. Y se lo llevaron en un vaso largo de cuba libre. Entre la brillantina y la condensación del agua porque el zumo estaba frío, el vaso se le resbaló por la mano y le cayó directamente en la entre pierna. Gracias al abrigo de mi madre pudo volver a la Base sin que pareciera que se había orinado encima (aunque su hombría se vio algo mermada porque el abrigo era de color rosa). 

____________________________

Yo recordé la unidad Zip. Una unidad exterior parecida a un pen, pero a lo bruto y con tan poca memoria que ahora parece ridícula. En el estudio de arquitectura la utilizábamos para hacer copias de seguridad. Cuando el jefe quiso hacer copias de seguridad, metió la pata y copió la carpeta de archivos temporales. Así nos enteramos que las muchas horas extras que hacía después de marcharnos nosotros, se dedicaba a mirar porno, dato realmente irrelevante porque era el jefe; pero sí curioso, porque su mujer era muy guapa y todas las chicas que aparecían desnudas en las cookies de los archivos temporales, tenían algún defecto físico.





_________________________

Mi hermano mediano se desternilla de risa. Mi sobrinilla le ha pedido para Reyes, entre otras, unos calentadores. Él se los quería comprar antes -no cree que unos calentadores sean apropiados para ser considerados como regalo de Reyes, pero mi sobrinilla ha salido con un instinto del ahorro muy extraño. Se podría considerar casi tacañería, si no llega a ser porque todo lo que tiene lo comparte con sus amigas. Mi hermano se reía porque su primera novia tenía unos exactamente iguales a los que quiere mi sobrina: de color rosa fuerte. Y al mirar las fotografías a él le parecía algo arcaico y muy antiguo. 


________________________

Mi hermano menor se acordaba de la escopetilla de plomos que a todos ellos le regalaron por los reyes cuando tenían entre 10 y 12 años -después ya no les gustaba el "juguete" y fue relegado al olvido-. Supongo que para muchas personas las escopetillas de plomos no se pueden considerar como algo relegado al olvido, perdido en la historia. Pero para nosotros sí. Nos criamos entre armas. La presencia de mi padre en casa era delatada por su pistola descargada en el aparador. Cuando llegábamos de la calle y veíamos la funda azul marino entre las llaves y las bufandas y gorros, sabíamos que él estaba dentro. Muchas mañanas nos despertábamos con el ruido de las bombas reales que utilizaban los soldados para las maniobras, y a primera hora de la tarde, a cualquier parte, desde la galería de tiro, llegaba el ruido de los disparos. Abrías cualquier cajón, en mi propia casa o en las de mis amigas, y podías encontrar balas sin disparar o casquillos ya disparados... Y lo peor, de tarde en tarde -por fortuna- se armaba alboroto porque durante la noche, durante la guardia, algún soldado se había suicidado o había sufrido un accidente (es curioso que siempre identifico las consecuencias de las armas con las primeras horas de la mañana -porque era cuando atacaban ETA y porque era cuando descubrían a los soldados en las garitas). 

No creo que exista una familia que odie más la presencia de las armas. Odio el ruido metálico que hacen al montarse, el hedor de la grasa con que están impregnadas, la falsa y excesiva densidad que tienen al peso... Las escopetillas de plomo puedes encontrarlas aún en cualquier armería a la que te acerques, pero para nosotros, es un objeto que ha pasado a la historia.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Soledad condensada

Un ratito de calma antes de la tormenta. Ya está todo preparado para la cena. Comenzarán a llegar los invitados a las 8:30. Primero el padre biológico de Guille, para poder estar con él unos minutos a solas, a las 9:00 el resto (cinco amigos de Guille y tres míos). En la TV el huesudo Jack de Pesadilla Antes de Navidad, canta; y Guille se ha obstinado en hacer una pirámide con los bombones y dulces de Navidad.

Toda la mañana en el supermercado y en las tiendas. Ha sido un día muy largo (¡y lo que queda!). Guille tiene un gran espíritu navideño. Ha ido todo el tiempo con un gorro de Papá Noel, al que se le encendían unas luces rojas. "Bon nadal", le decía todo dios, quitándose el gorrito -incluso a los mossos d'esquadra, quienes lo miraban con cara rara. 

En la cola del supermercado, delante de nosotros, había una señora de mediana edad. La señora tenía ganas de hablar. En lo que se tarda en atender a cinco personas, la mujer nos relató toda su vida. Estaba sola (por unos momentos creí que Guille la iba a invitar a cenar con nosotros). Iba a cenar una sopa de sobre y una pechuga de pollo, de postre, algunos mantecados; pero estaba muy feliz porque en la televisión echaban un programa de Isabel Pantoja que le gustaba mucho. 

He tardado mucho tiempo en darme cuenta de por qué no me gusta la Navidad. Es porque hace más evidente la soledad de algunas personas. Como si estas fiestas se dedicaran a echar sal sobre las heridas de algunas personas. (Ojalá Guille hubiera invitado a cenar a esa señora).

Cuesta abajo y sin frenos

Se acaba el año -bueno, faltan unos días, pero pocos. Momento de rememorar (en realidad cualquier momento sirve para recapacitar sobre lo sucedido). 

Algunos libros leídos:

El libro que más he disfrutado: En realidad han sido dos, uno de ellos releído y el otro medio releído. A sangre fría, de Truman Capote y La noche de los tiempos, de Antonio Muñoz Molina.

El libro del que más he aprendido: Patología de la Edificación. El lenguaje de las grietas, de Francisco Serrano.

El libro que más preguntas me ha suscitado: El relojero ciego, de Richard Dawkins. 

El libro que me ha dejado un hueco: Lo que me queda por vivir, de Elvira Lindo. Es como si a este libro fuera un puzle al que le faltara una pieza.

El libro al que jamás, jamás, jamás debí dedicarle un segundo de atención (único libro que me he arrepentido de haber leído -no sólo este año, en lo que llevo de existencia): En nombre del amor de Nicholas Sparks (mala suerte que éste sea el autor preferido de mi suegra. Creo que tiene -el autor- un valores éticos y morales equivocados).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Pesadilla antes de Navidad



Me suelen gustar todas las fiestas. Me gusta la juerga. Voy con gusto a cumpleaños, saraos, cenas, celebraciones de cualquier tipo... sin embargo no me gusta la Navidad. Supongo que será reminiscencias de mi infancia. En mi casa no se celebró desde la muerte de mi padre (sólo en los últimos años mi madre ha accedido a ir con alguno de mis hermanos a almorzar el día de Navidad). 

Para mí es frustrante. Estos días se suelen hacer cosas diferentes a las del resto del año, y siempre con una expectativas por encima de lo razonable. No es posible pasarlo bien en las cenas de empresa porque todos parecen tener la obligación de emborracharse, y siempre hay alguno que se convierte en un bocazas y termina haciendo daño a quien menos lo merece. O las cenas de los colegios profesionales: parece una competición de "a ver quién la tiene más grande" -al menos en el de Guille: su grupito de compañeros de la facultad parecen competir constantemente por ver a quién le fue mejor en la vida, cualquier logro no parece obtenido para satisfacer el propio ego, si no para dar envidia a los compañeros-. Incluso los regalos que se hacen en estas fechas -los regalos que hacen las empresas, en concreto-. No piensan en las personas, se limitan en regalar "lo típico". Si lo hicieran no nos habrían regalado la misma empresa un jamón a Guille y otro a mí (si estamos moderadamente flacos: no creerán que somos capaces de tragar tanto porcino en el tiempo que tarda en estropearse un jamón). [Los jamones deberían venir con instrucciones para abrirlos: es complicado, más aún, es complicado hacerlo sin llevarse un dedo por delante]. Montón de dinero gastado, montón de comida desperdiciada, montones de regalos no deseados...

Mi madre me cuenta algunas navidades de su infancia. Las pasadas en un cortijo de la provincia de Sevilla. Recuerda que por esta época se hacía la matanza de un cerdo. Se emociona cuando numera todas las primas, tíos y familia -algunos de ellos ya fallecidos- que se presentaban para pasar esos días en el cortijo. Su cariño está puesto en el recuerdo del bullicio de la gente. Ella dice que ya nada emociona porque todo se ha vuelto cotidiano. Comidas que por aquel entonces se consideraban delicatessen, como el solomillo o el salmón, hoy sólo tienes que ir al supermercado y comprarlo si te apetece. Incluso añorar a las personas ya no es lo mismo: si las echas de menos, te conectas a Internet, pones la cam, y las ves, aunque estén en la otra punta del mundo. 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La rana calva

Salió rana el negocio de Madrid. Una pena. Paseé como una pazguata por sus calles, envidiosa y asombrada: ¡Cuánta variedad de teatro y musicales! ¡Y en castellano!. Porque en Barcelona también los hay, puedo que incluso más, pero en su mayoría son en catalán. Sólo los actos que ocurren a lo largo de la calle Gran Vía, pueden satisfacer al más exigente de los turistas culturales durante uno o dos meses. 

El negocio: la crisis hace que subestimemos la inteligencia ajena. El sábado nos encontramos en un restaurante de la Gran Vía con uno de esos arquitectos de nombre kilométrico y apellidos compuestos lleno de artículos y rayitas. Un nombre añejo, muy acorde con su dueño. El tipo parecía una rana: achaparrado, piel cetrina, bola de billar por cabeza, boca enorme que tendía a permanecer abierta porque respiraba ruidosamente por ella y piernas zambas. Hora y media de conversación baladí durante la que no desaprovechó ni una oportunidad para echarse flores; y en la que tuve que torear sus descarados y burdos "lanzamientos de caña". No me habría sido tan antipático si el negocio hubiera sido, aunque fuera, remotamente razonable. Pero se trataba sólo de un descarado intento de que nos hiciéramos cargo del pago de las deudas que había ido acumulando su estudio de arquitectura desde hacía años -desde mucho antes del comienzo de la crisis-. Eran tan ridículas sus pretensiones que ni siquiera nos detuvimos a pensarlo. Una lástima, porque yo sí he mordido ya el anzuelo de esa ciudad.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Viaje de ida y vuelta bajo la influencia de la apnea

Nos vamos a Madrid este fin de semana. Será algo fugaz. Guille sale de Barcelona mañana por la mañana y yo de Málaga, desde la estación de María Zambrano. Hemos quedado para comer al mediodía con un arquitecto y ver la posibilidad de quedarnos con su estudio. Es lo que hicimos con los estudios de Málaga y Granada. Habían pertenecido a un ex jefe mío. Compramos los muebles y los equipos de ambos estudios y los contratos de los inmuebles se pusieron a nuestro nombre. Aunque originalmente nuestra intención era la de mantener también en nómina a todos los trabajadores, a final fue imposible cumplir esa promesa porque no había carga de trabajo suficiente. Me hace ilusión tener que desplazarme hasta Madrid por trabajo de forma regular.

Por la noche, la idea es conseguir entradas en algún espectáculo que merezca la pena, un musical o teatro y el domingo por la mañana algún museo. Vuelvo para Granada después de cenar.

Ojo, este viaje estaba previsto mucho antes de ir a visitar a la vidente, y fue una de las cosas que comenté con mi cuñada mientras esperaba en la salita. Además, un viaje que no dura más de tres horas, no es un viaje largo.

Friqui³

Pere me entretuvo durante un pedacito de la noche anterior, eterna, en la que la tecnología se había rebelado contra mí: la cinta de correr que alquilé en el gimnasio del Camino de Ronda para poder hacer algo de ejercicio mientras sigo resfriada, hace tanto ruido que la tuve que dejar por temor a molestar a los vecinos y el único de mis hermanos que es capaz de permanecer despierto hasta las tres o las cuatro de la madrugada (para él una hora menos porque está en Londres), estaba sin internet por culpa de una tormenta. 
Me parece increíble que, aunque me estuviera hablando desde la otra punta del mundo, cuando para mí era noche cerrada y con aún bastante horas de oscuridad por delante, para él ya fuera mediodía del viernes, y que estuviera tomándose un tentempié bajo el cielo nublado, pero luminoso, entre el bullicio diurno de una ciudad tranquila (nada que ver con el jaleo de un bar de Granada o Málaga, ni siquiera con los de Barcelona, que suelen ser más silenciosos).
Dice que aún son noticias de actualidad lo que ocurre en la central nuclear de Fukushima. No es que colee, es que están ocurriendo bastante cosas aún por allí (aunque el miedo inicial haya pasado). Me relee las noticias de su periódico por encima. La noticia que más me llama la atención es una que realmente, comparada con el agua contaminada de radiación del mar que deben almacenar en Fukushima, es insignificante. Un grupo de anti-fan encolerizadas de varios grupos de música pop para adolescentes han deteriorado más de 10.000 CDs (¡menuda burrada!!!) rociándolos con super glub o rompiéndolos con cuchillas. Lo más curioso es que al romperlos y al hacerlos inservibles cuando ya estaban expuestos en las tiendas (el gasto correrá a cargo de los vendedores) y al existir demanda, conseguirán que la venta de copias de esos grupos sea mayor a la real.

Me cuenta Pere que en toda Asia, principalmente en Japón, existe el fenómeno de los anti-fans. Son grupos de adolescentes que la emprenden contra cantantes o artistas (dicen que del amor al odio hay muy poca distancia). Les hacen auténticas burradas (como darles a beber zumos con super glub (pegamento al que sí parecen  ser fans), tirar piedras a sus coches, huevos podridos cuando están en una pasarela, escribir e-mails amenazantes...

jueves, 15 de diciembre de 2011

La ceguera de la vidente

Tengo tres hermanos y cuatro o cinco cuñadas (en este caso no cuento a la hermana de Guille). Dos de las cuñadas son fijas, las otras intermitentes, pero no simultáneas. Lo que pasa es que cuando dejan de ser novias de mi hermano tardan en irse, en desaparecer del todo. 

Ayer tuve la visita de una de mis cuñadas fijas, la única que me ha hecho tita. Me pidió que la acompañara a la "consulta" -pensé que iba al médico, y por supuesto, accedí-. Fuimos hasta la calle Santa Clara, en el barrio del Zaidín, de aquí, de Granada. Subimos hasta una quinta planta a pie porque el edificio, aunque alto, no tiene ascensor (ni posibilidades de ponerlo, a no ser que lo haga exterior -lo siento, deformación profesional- siempre me fijo en esas cosas). En una puerta de contrachapado barnizada, un papel plastificado con dibujitos sacados del Office, se leía: Fina ~ Vidente. (Aún no salgo de mi asombro). En aquel momento no dije nada, aunque me sorprendió porque mi cuñada es una persona muy racional (se me están descuajaringo los palos del sombrajo en los últimos tiempos con mi madre yendo a un curandero -que para colmo la cura- y con mi cuñada yendo a la vidente). Una señora mayor bastante maltratada por el tiempo nos abrió la puerta y nos hizo pasar a una salita pequeña -como de casa de campo- con mesa camilla con ropa de cama, una catalítica en un rincón, muchos cuadros de santos y vírgenes colgados en las paredes, entre los que se colaba alguna fotografía antigua de, supongo, familiares. Nos hicieron esperar unos 15 minutos, asegurándonos que con la vidente había otra clienta -sería del más allá o tendría la capacidad de evaporarse- porque, de ser real y/o de carne y hueso, forzosamente debería haber pasado delante de nosotras. La vidente, la tal señora Fina, era la doble de la mujer que nos abrió la puerta, pero disfrazada de rumana, con un pañuelo  en la cabeza del que colgaba falsas monedas doradas y que tintineaban cuando decía que sí o que no. A mi cuñada ya la conocía de otras veces. Pensó que  yo también quería que me leyeran las cartas (forma de ver el futuro de esta señora). Le dije que yo pasaba. Que prefería que no lo hiciera. Aún así la señora insistió. Se prestó a adivinarme tres cosas, si las adivinaba me leía el futuro y yo le pagaba, si no adivinaba una de las tres, ella me regalaba una estampita de una virgen milagrosa que me guardaría de todos los males. Accedí. Los tres cosas que me predijo:

1º.- Mi novio estaba muy lejos, en Japón.
2º.- Mi novio se llama Guille
3º.- Tengo previsto un largo viaje para estas Navidades.

Bueno... el burro no hizo sonar la flauta ni por casualidad. Supongo que la señora y su hermana (el parecido entre ellas no puede ser por simple mimetismo), escucharon la conversación que mantuve con mi cuñada mientras esperábamos y se hicieron un pequeño lío. Si se hubiera fijado un poquito, la "vidente" podría haber visto colgado a mi cuello el anillo de casada. No lo utilizo en el dedo porque en la obra es peligroso, te lo puedes enganchar con un saliente, puntilla o clavo y quedarte sin dedo (para no tener que estar poniéndomelo y quitándomelo, por temor a perderlo, lo llevo en una cadenita corta de oro). Es más visible que si lo llevara en la mano.

A pesar de ello mi cuñada quiso que le leyera las cartas (una sarta de tonterías ambiguas). Veinticinco euros le costó que le tomara el pelo. Más otros diez de comisión por un billete de lotería que supuestamente va a tocar (nº 10101). En fin, mi cuñada es adulta, más adulta que yo. No creo que tenga derecho ni siquiera a pensar lo que pienso (imaginad).

[Nota informativa para los usuarios del blog de Antonio Muñoz Molina: Gotardo, el webmaster de la página, sabe que hay problemas, que no se puede acceder a las entradas más recientes, y está resolviéndolo. Espera que quede arreglado en breve -no es que sea vidente, es que le escribí un e-mail y me respondió casi en el instante -¡qué tío más amable!-]

martes, 13 de diciembre de 2011

Historia de la puta mili... primera parte (la asquerosa)

Desde que nací hasta cumplir los 16 años viví en diferentes pabellones militares, bases aéreas y destacamentos. Un destacamento o base aérea no es muy diferente a un internado, con sus reglas, sus horarios inflexibles, sus obligaciones y casi nulos derechos... (como una cárcel). Los internados están llenos de alumnos y los destacamentos estaban llenos (cuando la mili era obligatoria) de adolescentes tardíos armados. Cien, mil, dos mil soldados de reemplazo. Y donde hay tanta gente, constantemente están pasando cosas (puede que por eso recuerdo mi infancia como una época muy activa). 

Los soldados por dinero o por mantener su honor, hacían cosas extravagantes, majaras, locas o asquerosas (o todas ellas juntas). 

Asquerosas: En Tablada, un soldado se apostó con otro que era capaz de correr por toda la base desnudo sin ser pillado. Esperó a la noche para hacerlo. El soldado de la garita no estaba avisado, se asustó al ver a una persona desnuda corriendo en mitad de la noche -que para colmo era muy fría- y le disparó -por fortuna con muy mala puntería- y el corredor se defecó del miedo. Los disparos alertaron a todos. El soldado fue arrestado. Lo obligaron a estar manchado y desnudo hasta el amanecer en el calabozo. 
En la Base Aérea de Armilla, por una apuesta, un soldado se comió el excremento de otro. Todos los que lo vieron vomitaron (como en The Body, de Stephen King). Tanto soldado vomitando alertó a las autoridades y arrestaron al soldado, le quitaron el dinero de la apuesta y le "cayó un puro".
En el Destacamento cercano a Bobadilla Estación. Por cabreo o venganza. Dos soldados que fueron pillados siendo mutuamente muy cariñoso el uno con el otro, los obligaron a quedarse el fin de semana (los fines de semana los soldado solían librar, se podían marchar a casa). Ambos estaban destinados a las cocinas. Ese fin de semana se dedicaron a coger gusanos y lombrices del campo. El lunes los echaron a las perolas (puede que de ahí saliera la leyenda urbana de los gusanos en el rancho). Para cuando se dieron cuenta del nutritivo pero asqueroso manjar, más de uno había metido la cuchara en el plato y tragado. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Mientras agonizo

Hoy he tenido un día completamente baldío (bueno, ahora estoy calculando los codales de un muro pantalla -el Cype calcula mientras yo escribo esto, después de haber metido los datos-) pero eso es prácticamente nada para un día tan largo. Ayer por la noche no podía dormir por culpa del resfriado, no pegué ojo hasta las 6 y media y a las 7 ya estaba en pie porque los señores del papel reciclado venían a recogerlo a las 8 y tenía que ducharme, desayunar y demás... En cuanto se fueron, bajé a la farmacia y faltando a mi costumbre, compré unas pastillas para la garganta y otras para la fiebre que me amuermaron hasta la hora de comer (me di un atracón de mandarinas). Por la tarde me volvió a subir la fiebre y me tomé otra pastilla -otra vez amuermada-. Las pastillas de la garganta no funcionan -son como caramelos que se chupan-, pero las de la fiebre realizan sobradamente su función. Mientras dormía en el sofá, he tenido un sueño de lo más extraño. Acababa de embarcar en un avión con destino a Barcelona, desde Granada (ahora los vuelos baratos que suelo coger para Barna salen de Málaga). No llevaba equipaje de mano. Estaba muy asustada y en cuanto el avión se estabilizó después del despegue, me quité un chaleco antibalas del que cayeron media docenas de balas aplastadas. Sabía que me había disparado Guille y eso me hacía llorar como una Magdalena. Me despertó la sirena de los bomberos que pasaba a toda pastilla por la calle (pasó de largo, nada grave cerca). Qué sueño más extraño. Incluso más extraño que esos sueños en los que vuelo. Sería más posible que volara, que Guille quisiera hacerme daño.

Las medicinas y dormir han hecho su función y ahora soy consciente de que estoy bastante recuperada y feliz por ello. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Divagaciones 7 u 8

El viernes un indigente me pidió algo para comer. Acababa de salir del supermercado y le di un bocadillo de los que acababa de comprar (queso y lomo). Se molestó. Lo tiró al suelo. Aunque en cuanto me giré, lo cogió. (Estaba envuelto en plástico -nada anti higiénico-). 
 
En la calle Recogidas y Camino de Ronda hay un gasolinera que está cerrada. El viernes se caía el revestimiento de una marquesina. La policía tenía acordonada la zona y supongo que fueron los bomberos para arrancar los trozos inestables. Pero el sábado, la cinta que habían puesto para impedir a los transeúntes caminar bajo la zona de peligro, estaba derribada. Hoy domingo ha llovido -espero que no termine nadie escalabrado-. 

He recibido las primeras felicitaciones navideñas. La de un compañero del Colegio de Arquitectos de Málaga es muy elegante: El boceto de una Virgen a lápiz (creo que copia de un cuadro de Rafael). Y otra es la cosa más fea que he visto en postal navideña, y de estética completamente nula: un Papá Noél regordete, con las mejillas encendidas, arreándole a los... ¿son ciervos? en el dibujo parecen gamos, del trineo. Se abre la postal y a la vez que suena una musiquilla como de máquina tragaperras, se enciende una luz roja intermitente. 

Si te dicen que caí...

... serán habladurías.

Mi madre vive (o al menos tiene su casa) en un pueblo de la provincia de Málaga: Villanueva del Rosario. Es un pueblo pequeño, con algunas zonas bonitas, pero por lo general, un pueblo hortera (viviendas inhumanas de tres o cuatro plantas -edificadas con trampas urbanísticas-, que si bien pueden ser utilizadas por personas jóvenes, se hacen inútiles en cuanto quien las edificó a su gusto, cumple 50 años y comienza a tener achaques-). Aunque ellos se siente el ombligo del mundo porque siempre andan comparándose con Villanueva del Trabuco (que es un pueblo aún más pequeño). 

Mi madre se volvió un culo inquieto en cuanto se recuperó de la depresión nerviosa en la que cayó a la muerte de mi padre. Vive pocas semanas en su casa. Tiene amigas nuevas y amigas que no la olvidaron en su tiempo y andan todo el tiempo de un lado para otro. También tiene un medio novio con el que pasa grandes temporadas en los pueblos de la Alpujarras granadinas. 

Hace unos meses pasé ocho días intermitentes con ella en su casa (aún me conserva una habitación, por si algún día la necesito). Tenía una culebrina (un herpes zoster) que la mantuvo en la cama con dolores bastantes días (y, dato que me descuajaringa mi idea sobre la medicina, terminaron curándoselo con pólvora porque la medicina tradicional no le funcionaba). Durante esos días hice la compra de mi madre en el supermercado más cercano a su casa -una tienda muy parecida a los bazares asiáticos- donde vendían de todo -desde toallitas para la higiene femenina a delantales, pasando por esas pulseras que estuvieron de moda hace, parece ya siglos, que supuestamente ayudaba a mantener el equilibrio). En algún momento, mientras esperaba a que me atendieran, se ve que hablé con los juzgados de Málaga (por aquellos días andaba con una pericial complicada de exceso de edificabilidad, si mal no recuerdo, tuve que exigir un receso para la presentación de la pericial). 

Tengo mala fama entre la gente del pueblo de mi madre (la razón no la sé). Mala fama + ser arquitecta + juzgados + detención del alcalde en Villanueva de la Concepción -un pueblo cercano- por cohecho y especulación urbanística = Estoy implicada en lo ocurrido en ese pueblo (el que ni siquiera he pisado). Mi madre se enteró esta mañana cuando paseaba. Se encontró con una vecina, estuvieron hablando, y salió el tema. ¡Uf, qué majara está la gente! Por supuesto que ella lo negó, pero sospecho que no me he librado de ese delito al que ni siquiera le había prestado atención porque suele ocurrir demasiado a menudo para ser llamativo (lo malo es que ahora mi madre me culpa a mí: "¡Como es la gente aquí y ti no se te ocurre nada más que hablar con los juzgados en un lugar donde todos te pueden escuchar!". Hoy sólo estoy cabreada, dejo para mañana desternillarme de risa. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Las buenas noches de un fantasma

Los músculos de los brazos de Guille están endurecidos por el ejercicio. Apoyar en ellos la cabeza es como hacerlo sobre la tapicería de una silla de anea. Aún así, en ninguna otra parte me gusta más tener apoyada la mejilla: mientras vemos una película, cuando me cuesta dormir, durante unos minutos, al final del día, si ha sido complicado... Estos días está fuera, en casa de sus padres, ayudandole a trasladar un montón de cajas del despacho de abogados que cierran a un almacén (animalico mío). Ahora me cuesta dormir porque estoy algo resfriada (nada importante, un resfriado normal -soy una quejica, la verdad, porque no estoy acostumbrada a estar enferma-. Anoche recordé la forma de darme las buenas noches mi padre (de eso hace más de 24 años). Me remetía el embozo bajo la almohada. Hice lo mismo. Mi cabeza en medio (tengo la costumbre de dormir boca arriba cuando Guille no está, pegada a sus espaldas, de costado, cuando está), la almohada abultada a derecha e izquierda por el nórdico bajo ella: estaba encapsulada como una mariposa en su capullo. Dormí de un tirón, como un lirón, hasta que los pocos pájaros de los árboles de la plazoleta que hay frente a casa, me despertaron. Es ridículo que minucias como ésta, estando como está el mundo, me haga feliz... pero qué más da: no hago daño a nadie, ¿no?

viernes, 9 de diciembre de 2011

En ausencia de Guille

El padre no biológico de Guille cerró el despacho que tiene junto al Barrio Gótico de Barcelona. Guille es muy buena gente: hace dos años, por Navidad, le tocó a la lotería 300 € y se los gastó íntegramente en comprar mantas para los indigentes. Cuando estaba en el internado, la hora que más odiaba del día, era la última de la tarde, cuando todas las niñas externas se habían marchado y los enormes portones de la entrada se cerraban. Me invadía una sensación desabrida de desamparo. Durante los más de 35 años que el padre no biológico de Guille ha ejercido de abogado ha acumulado toneladas de papel, expedientes antiguos. La mayoría los ha tirado, pero hay muchos otros que deben ser trasladados a un almacén del puerto. Quince mantas a cuadros marrones, morados y naranjas, de alta calidad pero tan horteras que Guille consiguió que se las vendieran a mitad de precio. Guille, ayer, antes de irse con desgana y después de hacer el remolón en el sofá un rato, me preguntó si pensaba que era tonto. Cuando Guille se marcha dejándome atrás, vuelvo a sentir la desabrida sensación de desamparo, reminiscencia del internado. Este año aún se pueden ver algunas de las mantas a cuadros naranjas, marrones y morados, aunque ya bastante sucias y deterioradas; a pesar de ello, me llena de orgullo ver a algún indigente envueltas en ellas. El hijo biológico del padre no biológico de Guille está demasiado ocupado para ayudar a su progenitor a trasladar las cajas de expedientes; no creo que Guille sea tonto por sí tener tiempo para ayudarlo. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

Presunción de culpabilidad

Mi primer novio de la facultad fue detenido. Según los periódicos, por habérsele encontrado un alijo de 60 kg de hachís, en la realidad: por tener una maceta en el balcón con una planta macho de cannabis (las cuales ni siquiera sirven para obtener droga). Durante 36 horas estuvo incomunicado. (Te pueden encerrar aunque seas inocente). Los 60 kg salieron de pesar la plantita (minúscula, unos 200 gr), la tierra de la maceta y el tiesto; y sospecho que incluso al policía (canijo y menudo) que se la llevó embrazos. 

Los supuestos hechos de una de mis últimas periciales: un anciano vive en un edificio en una de las calles más famosas de Málaga. Es un edificio de renta antigua. El anciano recibe una pensión mísera y no se puede trasladar. El dueño del edificio no hace las reparaciones necesarias y un día el falso techo del baño se le cae encima, produciéndole una brecha en la cabeza y varias heridas en la cara (sobre todo en la nariz). Durante el juicio se demostró que el anciano tenía la costumbre de golpear el techo con el palo del cepillo de barrer y que el dueño del edificio se había gastado en reparaciones cinco veces más la cantidad que sacaba de beneficio. (Una de inmediato se ponía de parte del anciano, porque tenía cara bonachona, simpática, como de Papá Noel). 

El último jefe que tuve en Granada. Él y su socio fueron contratados por una cooperativa. Un puñado de personas se habían asociado para construir sus viviendas, para las que se habían tirado ahorrando media vida. La cosa comenzó funcionando bastante bien. Compraron el terreno, lo dividieron en parcelas, a cada familia se les hizo un proyecto acorde a sus necesidades y gustos... Cada familia ingresaba todos los meses en una cuenta que estaba al nombre de mi jefe y su socio, una cantidad más o menos cuantiosa. Para retirar cualquier cantidad de esa cuenta, por pequeña que fuera, los cheques debían estar firmados por ambos socios. Cuando fueron a pagar la estructura de las viviendas, se dieron cuenta que la cuenta estaba casi vacía. Acusaron del desfalco a ambos socios. Durante el juicio se descubrió que el socio de mi jefe había falsificado su firma. 

Acusan a Iñaki Urdangarin de haber cobrado cantidades desproporcionadas por trabajos no realizados o por emitir informes ridículos. Parece ser que son hechos probados, pero... dada mi experiencia, prefiero esperar antes de considerar culpable a quien, puede, tal vez (remotamente, según los datos que están proporcionando la prensa) es inocente. No creo que este sujeto tenga más derechos por disponer de un titulo nobiliario, pero tampoco creo que tenga menos. 

(Dejo para el siguiente post el hablar de la injusticia de tener que pagar una monarquía).

martes, 6 de diciembre de 2011

Silencio: un paso hacia la oscuridad

Suicidas:

1º.- Gema, hermana mayor de Maica, mi compañera de clase en el instituto. Se tiró desde un 7º piso. Quería castigar a sus padres porque se negaban a pagarle una operación de cirugía estética: su nariz era picuda en el puente, pero como siempre utilizaba gafas, lo disimulaba bastante.

2º.- Mi compañera de piso Inés, durante la carrera. Suicidio frustrado. Le iba muy mal en los estudios y estaba enamorada de uno de sus compañeros de clase que se burlaba de ella. Realmente no quería suicidarse. Se tomó una caja de aspirinas por la mañana. Nos avisó de inmediato. Una compañera de piso que estudiaba enfermería la tranquilizó. "Las aspirinas no hacen nada. En dos días no te dolerá nada". En mitad de la noche se levantó con las sábanas empapadas en sangre. La había excretado. Tenía una úlcera en el estómago y la ingesta masiva de aspirinas, hizo que la sangre no le coagulara. La operaron de urgencia. Casi muere esa noche. 

3º.- El jefe de mi hermano más pequeño, el que ahora vive en Londres. Esto fue una muerte esperada y anunciada (y nadie hizo nada por evitarlo). Era dueño de una tienda de motos en Madrid, de la marca Yamaha. Mi hermano era el encargado de los recambios. Durante un tiempo la tienda fue muy bien. Incluso patrocinaba a un chaval que corría en motocross y que era su amante. Le gustaba rodearse de chavales jóvenes y guapos. Cinco o seis. Los llevaba a jugar al bingo, les compraba a todos el mismo traje, les obligaba a ponerse pendientes de  oro en las orejas y los pezones... incluso si no hubiera empezado a ir mal las ventas de motos, le hubiera sido muy difícil seguir con el tren de vida que llevaba. Cuando comenzó a asfixiarle las deudas, anunció a diestro y siniestro que se iba a suicidar. Incluso le regalaron una cuerda para que lo hiciera (alguien con un humor bastante macabro). Muchos sabían que era la alternativa más cómoda que le quedaba. Hizo un agujero en el dintel de la puerta del salón, se cortó las venas, se tomó un paquete completo de somníferos y media botella de tequila mezclada con sal. Pasó la cuerda por el agujero, la anudó al dintel y luego se la pasó por el cuello. Lo encontró mi hermano, cuando aún estaba caliente.

4º.- Mi tío. Hermano de mi madre. Uno de los pocos de la familia a los que la dislexia le hizo ser un analfabeto funcional. Pero había encontrado un trabajo que le gustaba mucho. Cuidaba una finca de una escritora alemana en la provincia de Málaga -el detalle de que "la señora" fuera escritora, me enteré hace muy poco, aún no me he enterado del nombre, pero lo estoy investigando-.  La escritora, por estar mal de salud y querer estar junto a su familia, volvió a Alemania. Los nuevos dueños de la finca no necesitaban de los servicios de mi tío, pero él había cotizado desde muy joven y ya podía disponer de una pensión. Además, en la finca, con comida, transporte, casa... no había tenido gastos apenas y había ahorrado mucho. Se compró un piso en un pueblo de la provincia de Sevilla. En Constatina. Se deprimió. No servía para llevar una vida ociosa ni para estar encerrado entre cuatro paredes durante la mayor parte del día. El día 7 de diciembre del año pasado cogió una bufanda, descolgó la lámpara de su cuarto, ató la bufanda al gancho de la lámpara y se ahorcó. 

Conclusión: Todas esas muertes podrían haberse evitado si sólo hubieran tenido quien los escuchara.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ladrones de ideas

Durante los últimos años de carrera trabajé para un profesor en su estudio de arquitectura. Casi todo el trabajo se reducía a hacer de delineante o recadera, pero de vez en cuando, cuando necesitaba incrementar su currículo, me pedía ayuda para escribir algún artículo y, en una ocasión, incluso para redactar unos apuntes que terminaron convirtiéndose en un librito publicado por la facultad. Imaginad a un ciego ayudando a caminar a un miope entre las penumbras. Mi profesor era muy bueno como profesor y como arquitecto, pero era pésimo redactando (resulta muy complicado pasar las ideas que se guardan entre oreja y oreja a papel de forma fidedigna). Cuando la fecha se nos echaba encima y aún no habíamos terminado el artículo que debía ser publicado en alguna revista de arquitectura (por lo general en Alzada), pasábamos la noche en vela, rodeados de revistas y libros (mi profesor no se fiaba de Internet, decía que estaba plagado de errores). Montábamos auténticos Frankenstein, pillando información de unos y otros artículos, copiando con descaro, sin apenas modificaciones. Si en alguna parte se decía de Moneo: "En 1973 Moneo había establecido su estudio en Madrid, compaginando desde entonces el diseño arquitectónico con la enseñanza"... nosotros escribíamos: Desde 1973 Moneo vivió en Madrid, donde compaginaba la enseñanza con el diseño arquitectónico. 

Nunca lo acusaron de plagio, y muchos profesores sí lo leían, incluso lo felicitaban. Supongo que habrá continuado haciendo lo mismo con la pardilla que me sustituyó. 

Mi profesor lo hacía por su necesidad de avanzar; yo, por no atreverme a negarme (ahora ya sé decir que no, pero por aquel entonces era complicado negarme a algo que sabía que estaba mal, pero que era ordenado por alguien que me pagaba -admito que lo justo: trabajaba muchas horas, pero aprendí mucho durante ese periodo- y que tenía en su mano aprobarme o suspenderme las asignaturas que me impartía). Ambos lo hacíamos por ignorancia, por incapacidad para hacer algo a lo que estábamos obligados. 

Por lo general la acusación de plagios a escritores famosos, son falsas. Es muy fácil identificar nuestras propias ideas (o fantasías) en algo que hemos leído. También están los "letras heridas" que intentan sobresalir de esta forma (dándose a conocer acusando al desdichado escritor encumbrado de turno, de haberle robado las ideas). Pero hay escritores con renombre (o con nombre conocido simplemente) cuya acusación de plagio ha tenido fundamento, como Camilo José Cela con su Cruz de San Andrés (libro pésimo donde los haya -ya puestos a plagiar, podría haber buscado algo bueno) o Lucia Etxevarría (por diferentes escritos). ¿Por qué lo hicieron estos escritores? ¿Ausencia de ideas propias? ¿Un agujero en su imaginación que lo abarcaba todo? ... No lo creo. Sospecho que la imaginación del escritor y del arquitecto son idénticas, al menos en su funcionamiento, y que comienza a existir cuando te pones delante de una página (o pantalla) en blanco y con un lápiz (bolígrafo, pluma o teclado) entre los dedos y te obligas a dar solución al problema que tienes. Así que, los escritores encumbrados, ¿plagian por pereza?




sábado, 3 de diciembre de 2011

Navidad o día del orgullo gay?


Hoy he paseado por el centro de Granada. Ya están encendidas las luces navideñas. Con la que está cayendo y este Ayuntamiento cree necesario e imprescindible gastarse un pastón en luces nuevas para iluminar la ciudad durante estos días. ¿Por qué no aprovechan las de años anteriores? En mi casa nunca se ha celebrado la Navidad, pero mis cuñadas sí lo hacen y los adornos de un año lo utilizan para el siguiente, comprando, a lo sumo, alguna pieza nueva para sustituir las que se rompieron. En la calle Mesones han colgado lámparas de araña (imitación, hechas con led encapsuladas).  En la plaza Bib-Rambla -Dios mío, qué dolor a los ojos-, hay un enorme árbol navideño junto a la fuente, un esqueleto metálico con iluminación y colgados entre los árboles, figuras de caramelos y estrellas.

 En las calles Recogidas y Reyes Católicos, han puesto, también hechos con led encapsulados, paneles con círculos, corazones y estrellas, cada uno de un color (parece que dieran la bienvenida al día del orgullo gay)


Al parecer es diseño de Ágata Ruiz de la Prada (estando el marido de esta señora a la derecha de la derecha, una se pregunta si habrá habido "amiguismo" o todos los diseñadores se habrán podido presentar a un concurso público? ¿Cuánto se ha pagado por este diseño? Los nombres tan encumbrados cuesta más la propia marca que el objeto en sí).

El eco de la soledad

Han pasado dos o tres meses desde la última vez que estuve en el Colegio de Arquitectos de Granada. No es de extrañar. Antes era imprescindible ir para resolver el mínimo papeleo, ahora se hace todo telemáticamente. Incluso los certificados conjuntos del aparejador-arquitecto de los finales de obra, se hacen sin la necesidad de tener que desplazarse. El viernes fui porque tenía que recoger un libro de órdenes de una obra. Supongo que con el tiempo también terminarán informatizándolo, pero de momento, como hay que recoger el libro físico, es imposible hacerlo de otra forma. La última vez que fui, había en recepción tres personas: una arquitecta recién salida del horno, que se ocupaba del teléfono y dos administrativos (parecían Zipi y Zape, pero calvos y viejos). Ahora no había nadie en recepción y las luces estaban apagadas. Sólo había dos arquitectos en el interior, en lo que sería parte de la administración del colegio. Están tan cargados de trabajo que tardaron tres días en visarme un plano (cuando antes era inmediato). Por supuesto este año no habrá regalo de Navidad (todos los años nos daban a los colegiados un objeto bastante inútil, pero bonito, como recuerdo). Sería absurdo que lo hicieran, teniendo en cuenta que han despedido a muchas personas. Las que no se apartan de mi recuerdo, son los dos administrativos. Eran algo mayores -cuarenta y bastante- (mayores para adaptarse a un nuevo trabajo).

Estuve paseando por el Colegio vacío. Hay gente, pero como agazapados en sus escondites (no vayan a verlos también a ellos y despedirlos). El ruido de las pisadas rebotaban en las salas vacías. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Dos peritas y un rabo de lagartija

Pere, Pedro, en catalán se pronuncia Pera. Un arquitecto hace peritajes, por lo que se considera un perito. Perita en algunas partes de Málaga tiene el significado de "algo bueno". Pere y yo nos llamamos mutuamente Perita.

Pere es un amigo de la infancia de Guille. Eran vecinos y fueron al mismo colegio. A Pere lo conocí un viernes por la tarde del mes de septiembre de hace tres años, cuando coincidimos en el Jazz Room de Barcelona. Él, aunque ya salía con Raimon, iba acompañado por un chaval imponente al que no hemos vuelto a ver.

Pere es sosegado, tranquilo, parece incapaz de alterarse por nada, tan culto que cualquier dato se puede conocer antes preguntándole a él que consultando en internet. Aquel primer día Pere dijo: "Cuando era adolescente estuve enamorado de tu novio. Me mataba a pajas pensando que me lo montaba con él". Guille, que aún no me conocía muy bien, protestó, temiendo que me asustara su sinceridad; pero yo estaba encantada. No había tenido conciencia que, a los ojos de los demás, nosotros ya eramos pareja. Guille era tan maduro y formal que ni me había atrevido a imaginar que nuestras frecuentes salidas juntos fuera algo diferente  a simple amabilidad por su parte.

Pere llama a Guille rabo de lagartija porque sólo se está quieto cuando cae la noche. Aunque Guille y yo no hubiéramos terminado juntos, sospecho que la amistad con Pere se habría consolidado y hecho muy estrecha. Tenemos bastante cosas en común, entre otras, que ambos, siendo más bien insomnes, estamos casados con marmotas. Nos buscamos cuando los demás duermen para, como dice él, "marujear". Ayer estuvimos marujeando hasta que él se tuvo que ir a trabajar y yo a dormir. Está preocupado porque Raimon tiene un trabajo algo precario. Estar casados le da la seguridad de que, si le ocurre algo a él, Raimon recibirá una pensión que le permita vivir con algo de dignidad, con las mismas comodidades a las que se ha acostumbrado desde que viven juntos, al menos. Me hubiera gustado tranquilizarlo, decirle que todo seguirá igual, y que es complicado que le quiten unos derechos ya adquiridos, pero no he podido (no he querido mentir).