miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lluvia cálida o el cuerpo de Dios

Entre uno de los muchos idiomas que traduce con fluidez Pere, está el japonés. Ahora mismo está en Tokio con un empresario textil catalán (animalico mío, espero que no haya durante su estancia ningún terremoto porque le dan mucho miedo). 

A Pere no le gusta la música pop japonesa actual (dice que parece que todos los cantantes se imaginaran dentro de un manga de baja calidad), y menos aún le gusta la estética de estos artistas (palabras suyas: "Es como si a un árbol raquítico de navidad lo cargas con todo lo que encuentras en el armario de tu abuela"). 

Sin embargo, me temo (los amores platónicos suelen ser frustrantes) que se ha enamorado de este tío (que no es japonés, sino coreano -coreano aún no lo habla, creo-). 


¿Azar, genética o insensatez?

Dice mi madre que soy "clavadita"  a mi padre. No físicamente -físicamente me parezco más a ella- pero sí en la forma de ser. Incluso dice que he heredado la gesticulación (supongo, sabiendo que los gestos no se heredan, que se debe a un mimetismo de cuando era pequeña). 

En una de las muchas carpetas de papeleo que conservo de él, hay un montón de propaganda electoral de IU y PSOE. Dice mi madre que él no tenía ninguna inclinación política, pero si conservaba esta documentación, supongo que sería por algo. Uno de mis primos -todos mis primos son mayores que yo- recuerda con toda nitidez que su padre y el mío hablaban sobre partidos políticos durante las primeras elecciones libres en este país y que se inclinaban claramente hacia la izquierda.

En mi casa nunca se ha hablado de política. Era algo que nos resultaba completamente indiferente. Ahora uno de mis hermanos se inclina hacia la derecha, influenciado por su esposa; a los demás sigue sin importarles nada (creo que nunca han votado en su vida). Yo, al  contrario que ellos, siempre he tenido mucha conciencia cívica y desde que cumplí los 18 años no he dejado sin introducir mi voto en una urna cuando ha habido elecciones, y siempre inclinada hacia la izquierda.

Nunca he estado influenciada por nadie para votar a uno u otro partido. Nadie me intentó aleccionar cuando era pequeña y menos de mayor. ¿Por qué tenemos una inclinación política u otra? En una ocasión se lo pregunté a un profesor de economía que también era político (era del PP, tenía algún alto cargo en la Generalitat). Él me aseguró que votamos lo que "hemos mamado". Pero en mi caso no fue así. En política he sido completamente "virgen". ¿Por qué tenemos unas tendencias políticas u otras? ¿Simple azar? ¿Insensatez, por imaginar que somos "más guais" si votamos a unos o a otros? ¿Por rebeldía, para ir contra el sistema? ¿O es un gen que nos hace pensar de una u otra forma? Qué miedo si la respuesta fuera esta última: podrían imponérsenos una dictadura desde el nacimiento si nos activaran ese gen en concreto.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Divagaciones no sé cuántas y una más

Esta mañana hemos estado buscando local en Granada. La situación se alarga aquí y es incómodo vivir y trabajar en el mismo sitio (principalmente porque no existe una frontera clara entre el momento de trabajo y el de solaz, terminas trabajando más de lo debido y con remordimientos de conciencia por no trabajar incluso más). De los siete locales que hemos visto todos tenían algo en común: eran excesivamente caros -incluso más caros que en Barcelona-, seis tenían cuarto de baño incluido, cinco habían sido inmobiliarias, en cuatro aún había una fotocopiadora -las que ya no quieren ni para chatarra-, tres eran exclusivamente interiores, dos no cumplían la normativa de minusválidos, uno tenía una rata muerta (el de la inmobiliaria incluso se puso rojo de ira) y cero patatero, ninguno nos gustó.... seguiremos buscando.

Nos hemos librado de los vecinos ruidosos. Han durado lo que un caramelo a la puerta de un colegio: nada (qué suerte!). El domingo entraron en el sótano del edificio para acceder a un patio interior donde a uno de los niños de una vecina se le había caído una pelota. Detectaron una gotera en el techo del sótano y sólo podía ser del piso de los ruidosos. Intentaron acceder al interior del piso y los inquilinos se negaron en redondo (Aquí no entra ni dios, porque no me sale de los cojones -fue la respuesta exacta que dieron-). Llamaron al dueño del piso que vino con la llave y permitió el acceso. Alucinaron los que entraron. En el salón de la vivienda todos los muebles estaban desplazados, junto a las paredes, y en el centro habían colocado enorme macetas con plantas de cannabis. El agua de las goteras del sótano era la que se filtraba del riego de las macetas. No han querido denunciarlos (creo que por miedo). Pero todos estamos contentos por que se han ido.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Vidas paralelas

Tuve un profesor de arquitectura que al final también fue mi jefe. Ayer me invitó a cenar. Dice que añora aquel tiempo (como si fuera muy remoto, aunque sólo han pasado 4 años). Me cuenta con una sonrisa en la cara -en toda la cara- que se ha divorciado. La razón: que hacía mucho que su mujer y él ya no se querían, sólo se soportaban mutuamente por los niños: un niño y una niña. Ahora los hijos han crecido y ya no tienen reuniones de padres a las que ir, ni fiestas de compañeros de curso a las que asistir. Era una familia de pijos por imposición materna. Mi ex jefe me hace notar que ya no va disfrazado. Que desde que se separó de Magdalena, no se ha puesto ni una vez camisa que necesite gemelos, y que ni siquiera sabe dónde están los puñeteros pañuelos de bolsillo o las horquillas de las corbatas. A pesar de haberse librado de un matrimonio que era como una rueda de molino atada a su cuello, se le ve derrotado a ratos, envejecido. Es la crisis. En el estudio ahora sólo trabaja una delineante y él. Ha tenido que aprender a dibujar con AutoCad y cada vez que necesita material de oficina, se da el paseo hasta Ofiservist. Solía ganar en un mes lo que ahora gana en un año.

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[Spoiler] Hace poco leí un libro de Antonio Muñoz Molina: La Noche de los Tiempos. Me gustó mucho, aunque la historia es bastante normal (lo traigo a colación porque mi ex jefe me ha recordado a Ignacio Abel -el protagonista del libro-). Un arquitecto con éxito, casado con una mujer por conveniencia y con dos hijos, se enamora hasta el tuétano de una joven extranjera, y de trasfondo el inicio de la Guerra Civil. La historia de amor es bastante convencional. A veces creo escuchar a Adela (la mujer del protagonista, que intentó suicidarse al enterarse de que el marido tenía amante) llamando al programa Hablar por hablar. ¿Qué consejos recibiría de la gente? "Eres fea, estás echa una vaca: confórmate con las migajas que deja la amante."...o "Cástralo!".
¿Qué haría yo si Guille tuviera una amante? Cuando hace unos meses conocí a su ex novia, a la única que tuvo desde la adolescencia, se podría decir que enfermé: estuve un par de días triste, sin apetito y con dolor de cabeza; y eso que no existía ninguna razón para los celos. Si Guille tuviera una amante, supongo que el principio sería la tristeza y la enfermedad, pero nunca el suicidio. Luego lucharía, intentaría seducirlo de nuevo, convertiría en realidad las más sucias de sus fantasías -si sólo fuera sexo, sé que llevaría las de ganar-. Pero no siempre es sexo. ¿Cómo podría luchar si se enamora de alguien más guapa o más lista que yo -o más cariñosa-?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Secretos de Estado


La fotografía corresponde al lugar donde viví durante mi infancia. En el 2004, Google Earth, por tratarse de un recinto militar, consideró apropiado censurar la zona. Absurdo, la verdad, porque la "tierra caliente", donde se almacena el armamento, está completamente visible, con la indicación minuciosa de las vías de comunicación para llegar a ella. 

En la actualidad, Google Earth, ha olvidado la censura. 

Hace poco mi marido, por la medición de un terreno, tuvo que ir cerca y lo acompañé porque quería enseñarle dónde había vivido los primeros años de mi vida. Tres minutos fueron los que nos permitieron estar pegados a la alambrada. 

Google Earth muestra con todo detalle cada uno de los edificios. 


Fotografía atrapada con el Google Map. Al fondo, a la izquierda, la garita de entrada, junto a ella, entre los árboles, la casa del capitán, a la derecha el edificio propiamente militar: cocina, capilla, calabozo, pabellón de los soldados, cantina... etc. Nos gustaba (a los niños que vivíamos allí) jugar junto al muro. Entre la alambrada y el muro había una masa vegetal que nos ocultaba a la vista de quienes pasaban por la carretera exterior. Nos permitía imaginar que estábamos aislados del mundo (lo único malo es que cerca de la garita había un nido de alacranes -yo fui una de las pocas que se libró de sus picotazos-). 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un mundo aparte

A veces los temas que se escuchan por ahí son monotemáticos. Hoy escuché a tres personas quejarse de un programa que emiten en Telecinco. Trata sobre famosos y dura horas. A mi madre le gusta. En más de una ocasión me ha hablado de esos personajes que ella considera tan cercanos y he tardado en comprender que no me hablaba de alguno de mis primos o amigos de la familia. Comprendo que a mucha gente no le guste (a mí no me gusta, y no lo veo -en realidad no veo casi nada de tv-), lo que me cuesta más trabajo comprender es por qué exigen, enfurecidos, que lo quiten. Tiene mucha audiencia, a bastante gente le gusta, se emite en una televisión privada -no lo paga mis impuestos- y, por supuesto, nadie pone una pistola en la sien para obligarlo a ver. 

Hoy día se puede escoger qué ver, cuándo e incluso auto censurarse. Dependiendo de qué medios veas, la crisis es un bache o un precipicio, el alto al fuego de ETA es una buena noticia o es una vergonzosa bajada de pantalones del gobierno... Casi podemos vivir en Un Mundo Feliz, todo depende del cristal (tendencias políticas de los medios de comunicación) con que se mire 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dudas, alucinaciones y cintas de vídeo

Dudas: Me he leído prácticamente de una sentada, sin apenas percibir el exterior, siendo poseída por el libro: A sangre fría. En realidad me lo he releído. Lo leí cuando era una adolescente (si se considera adolescente a una pardilla de 15 años -aunque mi madre dice que ya nací vieja-). Lo que había olvidado (o no dado la suficiente importancia) es el hecho de Dick Hickock no mató a ninguno de los Clutter. Fue idea suya el robo y él puso los medios para llevarlo a cabo, pero no asesinó directamente a nadie. ¿Es lícito que se castigue con la horca a alguien que no ha matado con sus propias manos? Otro detalle que había olvidado -en la película sale menos, pero en el libro se hace más hincapié sobre este dato- es que Perry Smith se preocupó del bienestar y comodidad de las víctimas (llevar una silla al baño para que se sentara la señora Cutter que estaba enferma, arropar a Nancy, poner a Keyon en el sofá y colocarle un cojín bajo la cabeza porque tosía, acomodar al sr. Cutter sobre la caja de colchón para que no obligarlo a tumbarse en el frío suelo...). Este detalle es uno de los que les da a la policía indicios de que son dos los asaltantes. Uno capaz de matar a sangre fría y otro que se preocupa por el bienestar de las víctimas. Sin embargo es el mismo Perry Smith quien tiene un comportamiento tan contradictorio.

Alucinaciones: Hace poco han alquilado uno de los pisos bajos del bloque donde tenemos el estudio patera. Es un grupo de estudiantes. Son ruidosos, muy desagradables y bastante idiotas. Hace dos noches se tiraron de la una a las cinco de la madrugada cantando, zapateando y molestando al vecindario. Llamar a la policía local no sirvió de nada porque no tienen suficientes efectivos para mandarlos a silenciar a un grupito de indeseables. Esta mañana lo comentaba con Nieves, nuestra limpiadora, y en ese momento llegaba el chaval que viene a cobrar los periódicos (a Guille le gusta recibir, cuando estamos en Granada, el Ideal y el Marca -yo prefiero el soporte digital y la ignorancia-). Entre susurros se ofreció a darles una paliza por 300 € (100 por cabeza -son tres-). Le dije, bromeando, que deberían ser 250€ porque uno de ellos es canijo y poca cosa. Se puso serio. "Esos son los peores -dijo-. No controlas bien las fuerzas, le arreas un poquito fuerte sin querer, y lo dejas frito". Prefiero creer que es una bravuconería del chaval, aunque recuerdo que en más de una ocasión lo he visto con los nudillos destrozados.

Cintas de vídeo: La tecnología envejece tan rápidamente que la fotografía de un salón de hace una década, ya parece añeja, pero no, como ocurría hasta hace poco, por el cambio de la estética en los muebles, o la terminación de las paredes -qué raro es ver ya una pared con gotelé-, y los colores fuertes de plaza de toros -el albero o el burdeos han dejado paso a los pastel-. Es por los "aparatos" que atestan los muebles. La tele que tenemos en el piso de Barcelona sólo tiene una salida usb para conectarle un "pinganillo" -también conocido como pen-. En la sala de estar del semisótano de mi madre aún hay una tele de esas que tenía más fondo que alto, debajo tenía un reproductor de vídeo y otro de DVD. El reproductor de vídeo se murió ayer. No hay forma de volverlo a la vida. Mi madre estaba desconsolada. De mi padre tenemos pocas películas, pero las pocas que tenemos, están en vídeo. Menos mal que he encontrado aquí dónde pasan películas de vídeo a digital. 

martes, 15 de noviembre de 2011

Sangre caliente

El viernes tuve que viajar de forma urgente a Barcelona para resolver un asunto que ya pensaba, estaba resuelto: por enésima vez me habían seleccionado como presidenta de una mesa electoral (menuda cara de pardilla debo tener, casi todas las elecciones me toca). Guille, que llevaba toda la semana en casa, se iba a ocupar del tema. Pero lo del juzgado -las alegaciones para no se cumplir con la obligación de presidir una mesa electoral se presentan en los juzgados- se encabezonaron en que únicamente la persona aludida podía presentar la documentación. Indicarles que estaba en la otra punta de España no sirvió de nada. Así que a primera hora de la mañana metí una muda en una mochila y el libro electrónico, después de pillarme por internet el vuelo más económico (175.00 €, tasas incluidas, sólo ida) que salía de Málaga a Barcelona. El día 21 por la mañana tenía una cita en los juzgados de Málaga como perita de la parte demandada de una vivienda con problemas de humedades (hoy mismo me he enterado que han llegado a un acuerdo y que finalmente no se celebrará el juicio -qué suerte). No tengo que presidir la mesa electoral, ni tengo que presentarme de perita (Bien!!!). 

Pero rebobinemos... En la mochila eché el libro electrónico. Me estaba leyendo Los Sinsabores del Verdadero Policía, de Roberto Bolaño. Pero no me gusta viajar con libros de papel porque se terminan estropeando (aunque el que tengo es de pastas duras). El inicio del trayecto en autobús Granada - Aeropuerto de Málaga se lo llevó La Verdad Sobre el Caso del Señor Valdemar, de Poe, durante el resto del viaje, sobé (la indignación por la estulticia ajena, no me había dejado pegar ojo). Durante el vuelo no pude leer nada porque me tocó al lado una señora mayor con ganas de darle a la lengua (no la refrenó mis respuestas monosilábicas). Fue mientras esperaba que llegara a Guille en el aeropuerto de Barna cuando me topé con A Sangre Fría (ya lo había leído, cuando era una adolescente). Recordaba perfectamente la historia, pero no cómo estaba escrita. "En ese momento ni un alma oyó en el pueblo dormido... cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas". El libro me ha poseído desde entonces. Sólo las obligaciones me han impedido devorarlo hasta hoy. Lo acabo de terminar. Qué placer cuando ocurre esto: que durante un día completo sólo exista una historia ajena a la propia.... ahora salgo a correr y cuando vuelva, veré la película basada en este libro que, según cuentan, está bastante bien. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Cuento de invierno

En 1987 era obligatorio que todos los hombres mayores de edad, sanos y sin unos padres suficientemente influyentes, sirvieran a su patria durante un año. En 1987 Martín Camposanto tenía 20 años, y aunque hubiera podido pedir una prórroga por los estudios, la perspectiva de salir de casa con un padre que agonizaba y se moría día a día, con una madre depresiva y tres hermanos más pequeños capaces de recolgarse de su cuello hasta producirle la asfixia, era demasiado tentadora como para rechazarla. Pero Martín no contaba con las buenas intenciones de quienes se consideraban amigos de su padre. Debería haber servido en el Ejercito de Tierra, en Cerro Muriano (Córdoba) y terminó haciéndolo en el Ejército de Aire, a 100 metros de su casa y bajo la estricta mirada de sus vecinos. No habían podido, o querido, librarlo de la mili, pero sí cambiar su destino, algo que lamentó durante tres meses y cinco días (¿por qué no le habían preguntado antes de intervenir?). 

De los reclutas se ocupaba el Sargento Primera Bocanegra. Las familias Bocanegra y Camposanto siempre habían estado enfrentadas, y aunque estas rencillas entre familias vecinas se suelen perder en los anales de la historia, en este caso conocían con toda precisión cuándo y por qué se había producido. Día de Loreto, patrona del Ejército del Aire, Manuel Bocanegra, único hijo de la familia Bocanegra, cinco años; Martín, tres años. Carrera de triciclos. Cuando Manuel pasó por la meta tras Martín, se tuvo que enfrentar a un claro y sonoro "A tomar por culo". Aquellas palabras infantiles y miméticas fueron tomadas como una grave afrenta por el Sargento Primera Bocanegra, acusó a los padres de habérselas enseñado, y ofuscado por su frustración, incluso amenazó con denunciarlos y exigir que le quitaran la patria potestad de Martín. Noches de insomnio por miedos irracionales, temor a que cualquier juez pejiguero o error burocrático convirtiera en realidad la amenaza del sargento. No hubo perdón en décadas.

La enemistad había sido distante y civilizada, hasta que Martín quedó bajo las órdenes del Sargento Primera; en ese momento la palabra "putear" cobró significado. El único propósito que parecía tener el Sargento Primera durante las largas jornadas de adiestramiento a los reclutas, era fastidiar a Martín, o intentar que se agotara o hiriera. El mismo día que ocurrieron los acontecimientos que cambió la actitud del Sargento Primera, Martín se había propuesto darle un puñetazo en el estómago con la única intención de ser encerrado en el calabozo. 

Habían salido de maniobras. Aquel era el tercer día que llevaban pateando la montaña, jugando a ser soldados. Aunque Martín era el único que había hecho dos guardias seguidas, y a simple vista no lo pareciera por la cara de amargado que obligaba a contemplar a sus compañeros, podía afirmarse que sólo él había salido indemne de aquellos días: sin las dolorosas rozaduras de las botas, ni los sabañones por culpa del frío de diciembre, ni retortijones de estómago debido a una alimentación deficiente y mala. El rancho se reducía a una porquería untosa de color marrón que apestaba a medicina y cuya única cosa buena era el sabor: no tenía. 


Cualquier suboficial menos hijo de puta que el Sargento Primera Bocanegra, habría pedido diez kilómetros atrás un transporte para que los bajara hasta los barracones. Algunos estaban bastante tocados, como Toño Santamaría, más conocido por Moledecarne o Trozohamburguesa. El mal tiempo había hecho estragos en él, tal vez por tener más superficie que dañar. Sabañones hasta en la punta de la nariz, los pies destrozados por utilizar una botas del 48 cuando su talla era la 51 y una diarrea intermitente que le hacía correr fuera del camino cada vez con más frecuencia. Lo mismo hubiera dado que defecara en la posición que le pillaba el retortijón porque aquel terreno era pizarroso, de lascas disgregadas, donde ni siquiera germinaban los jaramagos en verano. Cuando ya divisaban a los lejos los edificios del Destacamento, todos pudieron escuchar la erupción que salía de las entrañas de Santamaría, pero nadie lo vio correr ni bajarse los pantalones. Seguía en la retaguardia del pelotón, con las piernas separadas y una expresión de aflicción en el rostro que delataba lo ocurrido. "Sargento, Santamaría se ha cagado en los pantalones", gritó alguien. Información superflua porque todos lo habían sabido en el mismo momento que se produjo el acto. 


Todos, menos el Sargento y Toño bajarían hasta el Destacamento, ellos dos iban a esperar a que Martín volviera a buscarlos con un Land Robert, en una caseta de vigilancia que sólo se ocupaba cuando llegaban los trenes cargados de armamento caducado para su destrucción y que estaba a pocos metros de donde ocurrió el accidente de Toño. El Sargento Primera le daba una hora a Martín, lo que significaba, en realidad, que lo iba a putear doblemente: por tener que regresar cuando los demás podrían ducharse, comer, entrar en calor, descansar... y por el castigo que le impondría: prácticamente imposible satisfacerlo, al menos si seguía el ritmo de los demás, pero a Martín aún le quedaban bastante fuerzas, y corrió, deslizándose como un patinador por el terreno pizarroso, saltó alambradas e ignoró el tortuoso zigzag del camino. Tres cuartos de hora más tarde, cuando comenzaban a caer copos de nieve tan gruesos como abejorros, que se estrellaban contra el parabrisas del todo terreno, Martín estaba plantado ante la ventana de la caseta de vigilancia, comprendiendo por qué las palabras de un niño había fastidiado tanto a un adulto. No delató su presencia. No dijo nada aún. Regresaron en silencio. Sólo cuando Bocanegra quiso que Martín lavara el todo terreno antes de marcharse al pabellón con el resto de sus compañeros, susurró: "Os he visto. Fastidiame una sola vez más y voy con el cuento a tu Manolito. Y consigue que él no me toque los huevos, o se va a enterar de la diversión de tu papi"


El resto de la mili fue mucho más cómoda para Martín. Nunca cumplió su amenaza. Ni siquiera cuando Manolo disparó con una escopetilla de plomos a la gata de Martín, dejándola tuerta. 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El rastro de los muertos

La inercia de estar vivos hace que cuando morimos, dejamos tras de nosotros un rastro que a veces tarda décadas en desaparecer. Marco Sinocelli este año ha hecho el 6º puesto en el campeonato de GP, aunque murió una carrera antes de concluirse. Mi madre, que siempre ha tenido mucha dificultad con los nombres y apellidos extranjeros, incluso con los nacionales (a mi padre siempre lo llamó por el apellido porque le resultaba complicado pronunciar su nombre) lo había rebautizado con el mote de "Escarola". Mi madre, que nunca se puso luto por mi padre, le estuvo llorando durante diez interminables años. Mis hermanos siempre la intentaron proteger y escondían o hacían desaparecer todo lo que lo recordara. A pesar de ello, siempre quedó rastro, hasta hoy día lo hay, y no solo por los libros y discos que heredé de él: las medallas, los diplomas de los ascensos, los títulos enmarcados de algunos cursos importantes que hizo... un cenicero de bronce del Real Madrid; incluso, para mi sorpresa, aún conservan una caja de zapatos llena de cartas que mi padre recibió de su madre (es extraño hurgar entre la correspondencia de dos personas ya muertas). Por un par de cartas nunca acabadas de escribir, sé que mi padre trataba de usted a mi abuela. Arcaico y rígido. Culpa, sin duda, del ambiente militar en el que se crió. Son tan secas y severas las cartas de mi abuela, que me pregunto cómo fue posible que mi padre nos demostrara ni siquiera un ápice de cariño. 


jueves, 3 de noviembre de 2011

Crisis, ¿qué crisis?

Tenía a un profesor que aseguraba que la macroeconomía era como la Tierra, como Gaia: tiene sistemas de defensa propios. Si los sueldos son muy elevados, la producción no es suficiente para garantizarlos, por lo que debe haber despidos para que las empresas tengan beneficios. Si hay despidos, hay más demanda de puestos de trabajo, lo que implica que haya una bajada de salarios (se regula sola). Ahora se está regulando el excedente de viviendas que había. No están bajando apenas los precios de las viviendas, pero sí se ha dejado de construir. Aunque nosotros somos afortunados y apenas nos estamos enterando, a mi alrededor es como si hubiera un cataclismo. Ayer mismo se suicidó uno de los constructores que suelen hacernos las viviendas en los pueblos de la provincia de Málaga. Apenas lo conocía, era del tipo de constructor que no pisa apenas las obras. Es tan lamentable que alguien se quite la vida sólo por dinero, que deje de existir por las deudas económicas, que a una la invade el desaliento y dan ganas de abandonarlo todo, porque, más tarde o temprano, seguro que se repite. 

Divagaciones (no sé cuántas)

Flores negras y azules, naturales, para los abuelos de Guille. 
El concierto de los JYJ no fue tan decepcionante al fin de cuentas... sólo es que estoy acostumbrada a conciertos más pacíficos... o más ruidosos). 
Raimon y Pere coleccionan parejas extrañas como amigos. La más extraña es una "pareja" de tres. Dos hermanos (hombre y mujer, catalanes) y un japonés. Ella está casada con el japonés (cosa de papeleo) pero ambos hermanos se comparten el amor (léase sexo) del japonés. Y llevan ya siete años. Guille y yo somos sus únicos amigos "normales".
Mal gusto en la fiesta de disfraces de Raimon y Pere. Un tío iba disfrazado de Marco Simoncelli, con el pelo tipo escarola, la señal de un neumático en el cuello, mono de moto y el casco remendado con cinta americana. 
Buen gusto en la fiesta de Raimon y Pere. Al japonés del trío, le habían escrito por todo el cuerpo poemas con una letra muy bonita. A todo aquel que le daba un beso, dependiendo de la "intensidad" del beso, le permitía leer un trozo de su cuerpo. Llevaba una túnica y se descubría la parte del cuerpo que se le antojaba. Por lo visto, eso de escribir en los cuerpos, es una clase de arte japonés. 
Ayer tuve dolor de cabeza durante todo el día, como si fuera resaca, pero sólo era por la ausencia de Guille. Percibir la ausencia de Guille es como una campana de Gauss invertida: cuando me separo de él el dolor es psicosomático, a lo largo de la semana se va mitigando, en una semana normal, el miércoles, casi ni noto que no está (por la carga de trabajo, la mayoría de las veces), pero el jueves y viernes aumenta, resulto patética durante el fin de semana si no viene. 
Ya hemos firmado el acta de inicio de las obras. Ahora es cuando comienza de verdad el trabajo.
Mi tía, la que vivía hasta hace poco con mi madre, nos regaña porque dice que mimamos demasiado a mi madre, que satisfacemos incluso sus caprichos más insensatos (y todo porque vine antes de lo previsto desde Barcelona para poner flores en el nicho de mi padre). Mi tía no comprende que simplemente tenemos pánico a que mi madre enferme de nuevo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Nicho cerrado por ausencia del difunto

He tenido que volver esta noche desde Barcelona porque no había quién pudiera poner flores en el nicho de mi padre. Menudo disgusto tenía mi madre. Mi cuñada se había comprometido a hacerlo este año, pero ha cogido un resfriado que la ha dejado KO. Y mis hermanos son demasiado supersticiosos. No entrarán ni siquiera muertos en un cementerio (todos tenemos planeado la incineración). Así que tuve que volver precipitadamente desde Barcelona, antes de tiempo. Y lo peor es que el cuerpo de mi padre no está ahí. Lo tiene mi madre en su casa, en su dormitorio, sobre el sinfonier donde guarda las sábanas y ropa blanca. Cuando mi padre falleció en 1988 aún no había horno crematorio, sólo después de transcurrir 15 años, le permitieron sacar el cuerpo e incinerarlo, pero para entonces ya tenía comprado el nicho por 99 años, así que dejó la lápida (ahí meteremos a una de mis cuñadas que no quieren ser incineradas, es lo dice mi madre cuando se le pregunta por la permanencia de ese nicho sin uso). Entre tanto todos los años le ponemos (le pongo, en realidad) flores de tela y plástico, que, aunque las compro de buena calidad, terminan perdiendo el color a las pocas semanas y convirtiéndose en rastros patéticos de cariño pautado.